Esta mañana los nombres de la lista de participantes del International Visitor Leadership Program – T.V. Broadcast Journalism, dejaron de ser impronunciables y adquirieron un rostro. Debido al compromiso de privacidad en el que he empeñado mi palabra (a veces también los reporteros debemos guardar silencio), no podré dar los nombres reales de los integrantes del programa y por lo pronto no se ha puesto en marcha la maquinaria de mi imaginación para suplir los fabulosos apelativos originales. Así que, baste saber que participamos periodistas de 4 continentes, con lenguas, creencias, religiones, entornos y edades diversas. No es la primera vez que formo parte de una experiencia multicultural pero sí es la de mayor riqueza y pluralidad hasta hoy. Por primera vez he escuchado en directo como suena el swahili, pude tener una plática abierta y profunda sobre el matrimonio entre musulmanes y descubrí que Lesotho es un país real, no la invención de algún viejo impresor de mapamundis que no pudo justificar la existencia de una pequeña mancha en plena Sudáfrica o un reino imaginario variante de la Uqbar de Borges.
De Brasil a la República Checa, de Líbano a China, de Turquía a Guatemala, de Georgia a Sri Lanka, se mezclan aromas e historias de oriente a occidente, del norte al sur, en esta pequeña Babel que reúne a 22 profesionales de la comunicación electrónica para quienes la televisión estadounidense es un modelo digno de seguir o de ser rechazado, pero cuya influencia en términos de formatos y contenidos es innegable en prácticamente cualquier sitio en la tierra a donde sea posible apretar un botón y abrir esa ventana.
Desde mi arribo una noticia ha sacudido las pantallas televisivas. Murió el arquetipo del presentador de noticias, el hombre “mas confiable de los Estados Unidos”, el presidente Obama lo confirma: “todo el mundo le creía”. Escuchar la trayectoria y recordar el estilo de este viejo lobo que surcó las aguas de la naciente televisión en los años 50, me hizo pensar en todo lo que este medio se ha transformado. Walter Cronkite reportó de cabo a rabo la Segunda Guerra Mundial y acompañó en su asombro al pueblo estadounidense cuando Neil Armstrong puso un pie en la luna así como en su dolor al ser asesinado John F. Kennedy. Le llamaban “tío Walter” pues era en verdad de la familia. Esos tiempos se han ido, o están por hacerlo. Agoniza el viejo concepto de televisión unidireccional, paternalista, unívoca, omnisapiente. ¿Cuál es la televisión que viene? Seguro mañana tendré un pequeño atisbo a ese mundo, el Newseum, primera escala de este viaje, promete mostrar el tratamiento de contenidos, plataformas convergentes y herramientas multimedia que darán un vuelco a la cada vez más plana, más ligera y menos chica pantalla de televisión.
Laura Barrera
